Acerca de

Presentación

Desde tiempos inmemoriales, la traducción ha desempeñado una función cultural, social y política clave al permitir la comunicación entre individuos pertenecientes a comunidades lingüísticas distintas. El orden geopolítico y sus cambios a lo largo de los siglos, así como la difusión del conocimiento y del arte, no pueden concebirse sin la traducción y su impacto en traspasar barreras lingüísticas y tender puentes entre diferentes culturas.

Si desde desde hace bastantes años el proceso que implica la traducción ha sido objeto de análisis con el fin de afinar las herramientas teórico-prácticas de los traductores, las últimas tendencias en la traductología prefieren hablar de «adecuación» en vez de «traslado» de los productos culturales, es decir un traslado de sentidos adecuando los conceptos de una cultura a otra, pues en el mundo contemporáneo la traducción se concibe, ante todo, un proceso de mediación cultural.

A lo largo de cinco centurias, la cultura escrita mexicana se ha ido alimentando de traducciones en función de sus necesidades. El primer tejido traduccional constó de una serie de adaptaciones de orden catequístico y o de lingüística abocada a la catequesis, sobre todo relacionado con las lenguas indígenas; pero pronto las bibliotecas coloniales se fueron poblando de textos clave de ciencias y humanidades, provenientes de las mayores ciudades de imprenta europeas y, posteriormente, en ediciones mexicanas. Entre ellas destacamos traducciones, por supuesto, de las lenguas clásicas (griego, latín, e incluso hebreo), en pos de una continuidad clásica imprescindible, pero también del francés, el italiano y del inglés, principalmente al español aunque nuestros tesoros de la Biblioteca Nacional incluyen traducciones a otras lenguas que revelan el interés por construir una cultura moderna.

En el siglo XIX, el país independiente recibe del periodo colonial una red de imprentas y libreros y asociaciones que apuntan ya hacia la existencia de un público lector, aunque limitado. La libertad de imprenta que acompañó la Independencia acrecentó la circulación de impresos; estos ya no se ciñeron tan estrechamente a las temáticas principalmente clásicas y religiosas, necesarias para el alimento espiritual de conventos y colegios, sino que cada vez fueron respondiendo más a los intereses de las instituciones oficiales y las sociedades científicas que fueron marcando el paso del desarrollo cultural del país. Pero si bien abundan, como era de esperarse, las traducciones del francés, aunque no siempre de producción local sino traídas de España. Cabe destacar asimismo la importancia de la prensa finisecular, en particular la Revista Azul y la Revista moderna, para la difusión de las últimas tendencias de la poesía francesa y su adopción en la producción poética local. La cultura anglófona y alemana también irá abriéndose camino en el mundo de las traducciones, llegando a rivalizar con los textos traducidos del francés en el Porfiriato.

El conflicto armado que cerró violentamente la época porfiriana no representó un obstáculo para la publicación de traducciones: es más, proyectos como la revista Cvltvra, los numerosos libros que publicó entre 1916 y 1923 y Contemporáneos, en los que se publicaron abundantes traducciones con el debido crédito a sus traductores, fueron construyendo una cultura de la traducción. Estas serán preponderantes en muchas colecciones como la «Biblioteca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana» ideada por Millares Carlo desde la UNAM, «Sepan cuántos» de Porrúa creada en 1959 por Alfonso Reyes y las colecciones de ciencias sociales publicadas por Orfila en Siglo XXI. Por otra parte, el predominio en el ámbito editorial de traductores que fueron también creadores reconocidos, como Octavio Paz, permitió la instalación de la traducción en las prácticas culturales comunes. Además, la cultura mexicana, que cobró una identidad inconfundible, penetró en los gustos de otros mercados que dieron pie a traducciones de obras fundamentales en otras lenguas, que conforman la «cara B» de la Bibliografía Mexicana.

Utilitaria o motivada por el placer de la adaptación, la traducción forma parte íntegra de la Bibliografía mexicana, que nutre y enriquece desde hace más de quinientos años. Esta exposición se propone, con pequeñas probaditas, poner de manifiesto estos puentes de papel que nos han ido configurando.

Coordinación

Coordinación de curaduría:

Laurette Godinas

Coordinación de áreas de Bibliografía mexicana:

Cecilia Cortés Ortiz, Francisco Mercado Noyola y Laura Elisa Vizcaíno Mosqueda

Contribuidores

Curaduría de sala:

Guillermo Gómez Zaleta y Teresa Cervantes

Fotografías:

Beatriz López y Toumani Camara

Gestión de la galería:

Miriam Peña Pimente